Los 5 secretos de las empresas realmente innovadoras

Detrás de toda innovación hay un entendimiento insospechado. Así como un buen mecanismo de apoyo para rentabilizar el fruto de esa innovación.

Una innovación exitosa se traduce en un nuevo avance en el mercado que incluso puede desembocar en el replanteamiento del modelo de negocio (Véase Napster, la primera gran red P2P que empezó a hacer temblar a las discográficas).

Pero, ¿Qué tienen las empresas innovadoras que, por desgracia, no conoce la mayoría del tejido empresarial en nuestro país? Analicemos 5 claves indispensables para convertir nuestra empresa en un foco de innovación.

1.- Abonar el terreno en la empresa para que surja la Innovación.

En cualquier empresa puede germinar la semilla de la innovación. Sin embargo, las estadísticas demuestran que la mayoría de los intentos de innovación en las organizaciones fracasan. ¿A qué se debe? Una de las causas es que las organizaciones no suelen disponer de un proceso sistemático de desarrollo de nuevas ideas, sino que confían demasiado en la inspiración individual ocasional, que cuando surge,se suele ver obstruida por demasiados impedimentos (o se corta de raíz si no se ha hecho el esfuerzo del entendimiento y análisis necesarios).

El sistema educativo actual mata la creatividad. En vez de focalizarse en el talento innato de cada niño, nos educan como pequeños autómatas en el que cualquier intento de destacar suele ser penalizado y cortado de raíz (Tal como afirmaba Federico Mayor Zaragoza recientemente en T.V., “si seguimos recortamos en educación, crearemos subditos y no ciudadanos”).

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Es por ello que no ha de extrañarnos que, en nuestra organización, la semilla de la innovación no surja en barbecho. Debemos esforzarnos por cultivar las condiciones necesarias para hacer germinar la semilla y, lo más importante, que crezca en la dirección adecuada.

Conocido es el caso de Google, que motiva a sus empleados a gastar el 80% de su tiempo en sus principales las tareas de trabajo, y aproximadamente el 20% a la ”Innovación” o mejor dicho, a actividades o proyectos relacionados con su intereses personales y pasiones. En nuestra empresa somos algo más modestos; dedicamos 2 horas los viernes a formarnos unos a otros sobre las nuevas tecnologías o ideas que se han aprendido a lo largo de la semana.

En futuros post hablaremos sobre algunos juegos de generación de ideas, centrados en una amplia divergencia y posterior focalización, que pueden dar lugar a la generación de una nueva línea de negocio o un producto totalmente diferente, gracias a la participación de todos los empleados en una divertida (y productiva) sesión de “braimstorming”.

2.- Conocer la experiencia de mi cliente.

Otro motivo por el que no germina la semilla de la innovación o, cuando lo hace, crece en la dirección equivocada, es la falta de entendimiento de las necesidades de nuestros clientes.

Cuántas veces nos centramos en rígidas metodologías y procesos asentados con el paso de los años, en el que cada empleado sabe con exactitud qué tiene que hacer, pero nadie se ha esforzado en pensar si, con los recursos actuales y las necesidades actuales, se podría hacer de otra manera.

Es importante introducirse en la experiencia del cliente para identificar sus principales insatisfacciones.

Si nos introducimos en la piel de nuestro cliente, entendiendo sus necesidades y carencias, y lo representamos correctamente, podremos revelar más oportunidades de las que la mayoría de las empresas pueden acometer.

La cuestión no se resuelve preguntando a los clientes qué quieren en una rápida y obligada reunión de captación de requisitos. Tal como citaba en una entrevista el aclamado Steve Jobs:

“Creo que fue Henry Ford quien dijo una vez:”si le hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían contestado: ¡un caballo más rápido!”. La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca me he basado en las investigaciones de mercado. Nuestra tarea estriba en leer las páginas que todavía no se han escrito“.

En lugar de preguntar qué quieren exactamente, vamos a bucear en sus insatisfacciones. Vamos a observar cómo usan los productos nuestros clientes, su día a día, sus procesos de compra, su experiencia completa. A partir de aquí, vamos a pensar qué necesitan, qué les podríamos ofrecer para que esas necesidades se cubran y cómo vamos a revolucionar nuestro mercado mediante un producto o servicio radicalmente innovador.

3.- Expandir la definición de negocio.

Enfocarse excesivamente puede favorecer la ejecución, pero, al mismo tiempo, puede limitar la capacidad de innovación. Empecemos por expandir la definición de nuestro negocio de “teléfonos móviles” a “comunicaciones móviles”. De “esmaltes” a “sistemas de recubrimientos industrial”. De “fondos de pensiones” a “servicios de jubilación”.

Al fin y al cabo, si nos dedicamos al primer sector citado, nuestro trabajo no es fabricar teléfonos: Nuestro cometido es hacer que las personas se comuniquen entre sí.

Esta simple refocalización hará que no nos desalentemos ante cualquier contratiempo y estemos abiertos a explorar un nuevo abanico de posibilidades.

4.- Asumamos los fracasos.

Asumamos que el fracaso forma parte del juego.

De hecho, en algunos casos, se hace necesario el fracaso para que surja la innovación.

Si se asume el inevitable resultado de “fracaso” en la mayoría de nuestros intentos de innovación y, es más, estamos preparados cuando se presente, podremos ser capaces de aprender de los errores y hacer que el fracaso sea constructivo. En consecuencia, las secuelas de los fiascos se reducirán mientras se multiplica la capacidad de la empresa para seguir adelante a pesar de estos (proceso conocido en otros países como “resilence”).

5.- Implantar un modelo de innovación.

Muchos directivos piensan que la innovación no se puede gestionar, dado que:

  • Se considera a la innovación como tema exclusivo del personal de I+D
  • Se considera a la innovación como un proceso anárquico
  • Sin embargo, ya existen múltiples metodologías de gestión de la innovación empresarial que abarca todos los niveles y procesos de una empresa.

Por lo tanto, el siguiente paso es implantar un modelo de innovación; o bien apoyados por una de estas metodologías, o bien creando la nuestra propia, es decir, pensar en “cómo vamos a abonar el terreno” en nuestra empresa para que surja la innovación (y dé fruto).

Esto puede empezar con unas sencillas prácticas diarias. Damos algunas ideas iniciales y os animamos a compartir otras muchas, con el objeto de hacer un nuevo post con prácticas concretas, citando a todos nuestros colaboradores:

  • Usar una herramienta de gestión del conocimiento.
  • Dejar un espacio semanal a la gestión de proyectos personales.
  • Dejar un espacio semanal a que, por turnos, cada uno de nuestros compañeros exponga a los demás una nueva tecnología emergente que haya descubierto o le apasiones.
  • Implantar técnicas de pensamiento lateral.
  • Implantar procesos (y tiempo dedicado a ello) de generación de ideas.
  • Implantar procesos de evaluación de ideas.

 

 

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